miércoles, 21 de mayo de 2008

"Escribir es desordenar"

la literatura es una rama de la historia. Pero, a la vez, la historia
es un relato tensionado entre las apuestas literarias y el rigor de las
ciencias.
Por ende, la historicidad de la literatura está en la base de su
constitución. Un ejemplo que lo atestigua: los generos literarios
no poseen límites inmutables, en cuanto ningún género determina
su espacio para siempre.
Los géneros, pués, antes que sus espacios tienen circunstancias.
La crítica y el ensayo son áquellos géneros donde la historia se
manifiesta en forma menos solapada, más ostensible, se diría sin
ficción. Aunque tal manifestación no quiere decir que lo éfimero
y lo circunstancial constituyan su signo.
Según arrecien los vientos de los tiempos, los géneros aparecen y
desaparecen del campo literario sin pedir permiso. La historia
de la literatura está vertebrada por este proceso de turbulencias
y cambio.
Un ejemplo de estos tiempos vertiginosos: el correo electrónico,
el instantáneo e-mail, está desplazando aceleradamente las cartas
tradicionales (desde la pluma a la máquina de escribir), que confi
guraron el género epistolar. Género que, bien se sabe, mucho había
tardado en ser admitido cómo tal.
Claro que los escritores no escriben ni dejan de escribir por
cuestiones de límites: sus incitaciones son otras, ostensiblemente
otras.
Escribir es desordenar. El ordén pone paños fríos, cauteriza, remienda
tapa, esconde: ordena.
¿la crítica? suele hablar de géneros y de otras clasifiaciones y
desclasificaciones. suele ordenar. Aunque no siempre, felizmente.
De donde- y que me perdonen los griegos- los géneros tal vez
no sean más que una simple comodidad de los catedráticos o de
los críticos para no naufragar en el mar de la poesía.
¿ Se quiere decir acaso que la poesía escapa a la crítica?¿ que el
poder de penetración de la crítica no logra horadar el centro de la
turbulencia insomne que gesta la poesía?

La crítica está en la base del Conocer, la poesía en la del Ser.
entre Kant y Heidegger se labró el debate fundamental de la filosofía
moderna.
¿Conocer para ser? o ¿ser para conocer?
Es muy probable que hoy cómo nunca antes, con modestia-o
con radicalidad, cómo lo quiere Wittgenstein- se nos plantee la
necesidad de una poesía centralmente crítica y de una crítica
centralmente poética.
Frente a tales evidencias, ¿ no estamos en el reino de la pura ficción?

jorge lafforgue.










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