jueves, 19 de julio de 2012

5 Entramado

Profundo descreimiento se avizoró en continuo de la letalidad anfitriona.
Simulacro, letargo, simbología  de la realeza que aplaudieron las nuevas adquisiciones de los mundos. Y sin embargo se encontraba curtido por los arrabales plebeyos, fructífera  de la suspicacia.


Previstamente se mofó de la vida tendenciosa, cuando en su acápite mayor, se redimide de la lujuría, sustentando la inocencia en comodidad de sus agravias  pretensiones.


Y en las multitudes legendarías de los hombres, sin fe, claro esta, establecimos la punzante verificación de su ser, de los príncipes, visión secuaz de manifestarse con hombría. Que dilapida grandeza sin las supersticiones. 


Abiertamente  se salvajea recortando otredades y algunas otras cosas que deleitan su simiente. Por lo visto se suprime del tumulto. Estable lo que denominan corazón.





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