domingo, 23 de diciembre de 2012

La Republiqueta

Que notorio que los valores de los desconocidos siempre se limitan a Re-presentarte. 

Y aunque suelen enamorarte, detengo las sienes en busca de niños que comprendan los preconceptos, acaso la liviandad que enorgullece la fiebre de la arrogancia.

Hombría de la mujer y con el fuego, enarbolando la recetita mágica de la humildad y sus misterios.

Escondiendo la Otredad sin inmundicia. Permanentemente condimentando el extramuro.

La Razón soberana y valorativa, advirtiendo el dinamite a los tendenciosos.
Que usufructe el milagro si la recuperación es orgullosa.

Sabiendo que el mundo se otorga a mundo, convenzo la reglita de afianzarte, pero nunca soportaste mi mandato, la digresión de transmitirte la hermosura. La confianza, que digo. Lo afable del Bien. 

Pero no, no sufrís nada. Sin el amor o sin el odio. Qué dirán los científicos cuando los dichosos se demuelan.

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