Yo no estaba Dispuesto a saberte propia de los Otros.
No lo estaba. No solo por cuestiones, digamos , entrañablemente de ignorancias, sino por vestigios de alguna razón desatendida.
Y así fueron encumbrándose las normas. La dominación de un cuerpo. La permisividad a la desaprensión. Y claro. La lógica del tercero excluido. El cúmulo de disonancia altanera que condiciona la frialdad del Amor.
Y tus Vestigios. Esa incredulidad de manifestarte propia de los Otros.
Pero si supieras del agravio que causa rehusarme a reírme.
Nunca lo abdicarías. Hablarte del fin de los tiempos y encima sobrevivirte, ni me da gana.
Yo no estaba dispuesto a saberte propia de los Otros. Ni tampoco de los presagios. Pero he de saberte absoluta. Disipación del mundo y alguna holgazanería.
No lo estaba. No solo por cuestiones, digamos , entrañablemente de ignorancias, sino por vestigios de alguna razón desatendida.
Y así fueron encumbrándose las normas. La dominación de un cuerpo. La permisividad a la desaprensión. Y claro. La lógica del tercero excluido. El cúmulo de disonancia altanera que condiciona la frialdad del Amor.
Y tus Vestigios. Esa incredulidad de manifestarte propia de los Otros.
Pero si supieras del agravio que causa rehusarme a reírme.
Nunca lo abdicarías. Hablarte del fin de los tiempos y encima sobrevivirte, ni me da gana.
Yo no estaba dispuesto a saberte propia de los Otros. Ni tampoco de los presagios. Pero he de saberte absoluta. Disipación del mundo y alguna holgazanería.
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