Tal vez debería demostrarte si era conveniente, decirte que es la creencia en Dios y en su lenguaje, lo que provoca su existencia.
Y qué intereses contrapuestos tendrías que ponderarte, para continuar con la misma situación de pensamiento y sin aflicciones.
Porque los modos en que languidecen las aflicciones, de ninguna manera tendrían que sustraerte de las razones del bien y esas implicancias.
Pero siempre le aflijes al alma. En un modo, casi irresoluto y constitutivo del saber. Sin necesidad a posteriori, de pensar por sí acaso, si dios te alegraría el universo o sólo seria tarea mía.
Y no habría mundo humano sino demostraciones. Y esto no implica subestimar las diferencias, los enredos, y aún, la cosa eficaz del egoísmo. Sino lograr el bien. El quererse porque sí, a nivel de sus roles.
Es Dios el permitido.
Y qué intereses contrapuestos tendrías que ponderarte, para continuar con la misma situación de pensamiento y sin aflicciones.
Porque los modos en que languidecen las aflicciones, de ninguna manera tendrían que sustraerte de las razones del bien y esas implicancias.
Pero siempre le aflijes al alma. En un modo, casi irresoluto y constitutivo del saber. Sin necesidad a posteriori, de pensar por sí acaso, si dios te alegraría el universo o sólo seria tarea mía.
Y no habría mundo humano sino demostraciones. Y esto no implica subestimar las diferencias, los enredos, y aún, la cosa eficaz del egoísmo. Sino lograr el bien. El quererse porque sí, a nivel de sus roles.
Es Dios el permitido.