martes, 30 de abril de 2013

El Afecto Inexistente

Tal vez debería demostrarte si era conveniente, decirte que es la creencia en Dios y en su lenguaje, lo que provoca su existencia.

Y qué intereses contrapuestos tendrías que ponderarte, para continuar con la misma situación de pensamiento y sin aflicciones.


Porque los modos en que languidecen las aflicciones, de ninguna manera tendrían que sustraerte de las razones del bien y esas implicancias.


Pero siempre le aflijes al alma. En un modo, casi irresoluto y constitutivo del saber.  Sin necesidad a posteriori, de pensar por sí acaso, si dios te alegraría el universo o sólo seria tarea mía. 


Y no habría mundo humano sino demostraciones. Y esto no implica subestimar las diferencias, los enredos, y aún, la cosa eficaz del  egoísmo. Sino lograr el bien. El quererse porque sí, a nivel de sus roles.


Es Dios el permitido.



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