domingo, 14 de abril de 2013

Mercancía, Sagrado Corazón y Los Altruistas

Demostrarte la verdad oculta, plegada en las rocosidades de tu vida, no tiene alguna importancia.

Menos ahora que te tomas el trabajo de difamarme, pensando en dioses estrafalarios y esas roscas post-mortem. Que decirte.

Pensarte como el amor de mi vida no tendría sentido. No lo tiene y quién sabe sí es cierto que alguna vez existí en alguna de tus variadas mentes. 


Compruebo mi letanía. Mi desconcierto. La incertidumbre del tiempo, el oprobio de los celos. Y no me interesa seguir mintiendo la croqueta del amor subyugado en el cuerpo y la mentalidad siniestra de terceros. 


Propuse olvidarte. Claudicarte el corazón al fuego y no pude. Y sí acaso fuera por fuerzas extrañas. No lo sabría. Sí bajara Dios y restableciera el mundo, seria insensato, ya que sólo te integras a la lucha soberana de los que se apedrean en el cielo.


Es ingrato decirte que te amo sin corresponderte en tus sueños. Que nunca me tendrías para eso que tanto aprecias, la infancia de un nuevo mundo, donde desarrollaríamos las mentes para enaltecerte, naturaleza, dinámica de los cuerpos y los sentidos adquiridos.

Debo dejarte. Como bien hacen algunas drogas, de los hombres.




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