Luego de resultarme totalmente ilegítima la situación de mandato, y ya presumía que decidías por ideología, me encontré en penumbra.
Horrorizado de no tener hidalguía para enfrentarme a la razón, mi mente se especializaba en recordarte. Otorgando valores frivolizados que lentamente encuentran su espacio.
Pero no sabía del mundo. No sabía, ni tampoco del momento de la desaceleración, de la distancia y las ganas de enamorarme.
Pero el raciocinio no distingue de las banalidades.
Una mente fructífera se esforzaría por encontrar las posibilidades de solución, al quiebre de la felicidad. Y sin embargo no delega. Aún cuando el sujeto en cuestión se desentienda de trascender al amor.
Y es tan alto que clarifica lo sublime.
Horrorizado de no tener hidalguía para enfrentarme a la razón, mi mente se especializaba en recordarte. Otorgando valores frivolizados que lentamente encuentran su espacio.
Pero no sabía del mundo. No sabía, ni tampoco del momento de la desaceleración, de la distancia y las ganas de enamorarme.
Pero el raciocinio no distingue de las banalidades.
Una mente fructífera se esforzaría por encontrar las posibilidades de solución, al quiebre de la felicidad. Y sin embargo no delega. Aún cuando el sujeto en cuestión se desentienda de trascender al amor.
Y es tan alto que clarifica lo sublime.
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