domingo, 9 de junio de 2013

Milonga del amante plus

Donde se supone que guarde la templanza para olvidarme del mundo y sonreír.
Y cuando habría de ocultarme entonces, para desintegrarme en moléculas cósmicas y languidecer. 

Observando la ficción de solitariedades que por motivos básicos adversos de perduración, se encajetan con el cielo. Con la eficiencia de establecerse a montones, de los simulacros y pleitar amor.

Dos veces nos vimos de nuevo y con la tenacidad de decirnos cosas. Fútiles, mediocres, por sí las dudas. Con algún sismo. Filtrando las palpitaciones del inconsciente.

Qué por medio de la invención, entregamos el elemento convincente.
La sociedad del amor. El odio y la parodia de la crucifixión.

Desde entonces se supone que cambiamos para bien, aún cuando las terminaciones de las subjetividades se someten a cualquier arbitrio que permita la flotabilidad. Felicidad sin criterio de decirse.

No importa. Era agradable pero no tenia instancia de permisividad. El mundo se hizo humano y crítico. Al desplante de los rayos solares.




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