Una mente que podría detener el cuerpo, que podría encajetarse de antemano, al tiempo del concepto del mundo y su decantación, me obnubilaría. Me desbordaría. Y eso que una mente brillante no existe.
Pero una mente con la inconducta de los pasos acortados, eficiente por adecuar secuencias no amigables con los déspotas del pre-juicio, no existe. No existe y no miente por ningún Amor.
Se estabiliza y reza, pretendiendo milagros que generen lo pío de la paz.
Entonces una acuciante definición de la vida, la vida de la introspección, es no creer en la Vida. Pese a la intromisión, pese a los artilugios de favorecer a los modelos de vida de corte retrógrados. Poema de la brillantez del mundo.
Y una mente brillante no existe. No existe y depara lo lógico por cualquier lío de polleras y esas cosas del calentamiento porque sí.
Aunque al cabo del mundo, una mente sin brillo de la sinceridad, tampoco supondría extrapolarse al infinito.
Pero una mente con la inconducta de los pasos acortados, eficiente por adecuar secuencias no amigables con los déspotas del pre-juicio, no existe. No existe y no miente por ningún Amor.
Se estabiliza y reza, pretendiendo milagros que generen lo pío de la paz.
Entonces una acuciante definición de la vida, la vida de la introspección, es no creer en la Vida. Pese a la intromisión, pese a los artilugios de favorecer a los modelos de vida de corte retrógrados. Poema de la brillantez del mundo.
Y una mente brillante no existe. No existe y depara lo lógico por cualquier lío de polleras y esas cosas del calentamiento porque sí.
Aunque al cabo del mundo, una mente sin brillo de la sinceridad, tampoco supondría extrapolarse al infinito.
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