Dando mentiras, para mantenernos en pie. Ocultando los escalofríos de la verdad, de decir intenciones honestas, pero que huelen a turbias calamidades de los distintos mundos.
Pero nada me apena tanto de saberte lejos de mí. Perjuicio del amor, que destila ironías por el porvenir.
Pero tengo que reconocer que era otro el que te amaba verdaderamente. El que derramaba luz, queriendo nada, a costa de la unidad corporal.
Y entonces esto implicaba llorarte para mis adentros. De saberte amante y con poco silencio para el resto.
No hay comentarios:
Publicar un comentario