martes, 18 de marzo de 2014

Fraude Y La Persuasión Electiva Del Hecho

No tuve una idea aparte. No tendría porque mentirte. Sólo la incólume   predisposición para enamorarte.

De manera ficticia, pero con los miramientos necesarios para acordar que al fin y al cabo, algo sucede por el esclavismo de la angustia.


Pero imaginaba amarte. Aún en el desierto del amo, pero amarte.


Y esto no es, una secuela de las propias soledades de ambos. Cómo cuando perdíamos el amor auténtico y naufragábamos en direcciones extintivas de la naturaleza. Agrietando los modos conceptuales de esas revoluciones temidas. Aún en la demolición del cuerpo. En esas propias consideraciones de la arrogancia.


Pero imaginaba amarte. Y que te enojes por la falta de grandeza del raciocinio de los hechos. Pero amarte.


Donde cualquier verosimilitud de la verdad dentro de tú corazón no te lamente. Y aunque debas limitar visiones de mundo a costa de cortos altruismos de clase.


Pero amarte. Siendo extraño el vencido de los dioses. Una cosa que existe pero que no tiene la calma para orientar verdaderamente al mundo.


Al mundo de los unos y los otros.

No hay comentarios: