Y al final, todo se reducirá a la vieja propaganda zurdista, proponiendo honestidad y sacrificio para la providencia del régimen.
Porque si no hay objeto buscado, tampoco hay desembocadura del aura, aunque sea artificial, soberana. Y lindante de las arduas significaciones que importan obtener creencia en la verdad, en tanto nunca vivimos para explotarnos mutuamente.
No obstante, nos enamoramos. Perfeccionamos el placer del corazón y les decimos a nuestros descendientes del mito de la felicidad constante.
Y le mentimos al alma para con total naturalidad ficcionalizar el despliegue sobrenatural del mundo. Empatía de los cómplices. Ergo, lidiamos con las habladurías de las sociedades del ocio.
Que inventan una y otra vez, ardides emocionales para contrarrestarnos de la pureza del buen vivir. Y esto hace que denunciemos al mundo de manera incorrecta.
Fluctuando en obviedades de las diferencias de la sociedad y que nunca seremos iguales.
Planteando prueba falsa por doquier a instancia de denegar la verosimilitud.
Y nunca te tuve de plus. Plus del amor para dignificarte.
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