miércoles, 16 de abril de 2014

Pescados de ultramar

Había pensado en china. En observar con algo de rapidez el modo de generar catarsis con las distintas poblaciones fragmentarias que tienen. Pero sería un hábito poco común en alguien como yo. Aún sabiendo de la diferencia de vidas, de la mística olvidada de sus antepasados, podría dudarlo, pero acaso no dejaría de envalentonarme en dichas apreciaciones.

Y china era el bastión de la comunicación snob. Lo sabía, pero no me importaba. 


No tenía que pensar de lo conveniente,  para calentar motores dentro de un remolino funesto de amores. Intentaba persuadir a la atracción económica y si se ofrecía naif, también pondría al arrastre mis convicciones.


Pero china era un país lejano. Me complicaba la toma exacta de sus palillos para ingerir bocado, y algo insulso reírme de su vietcong. Acaso se me insinuaba en la mente, pescados de ultramar de cualquier época.


Pero dí en la tajante del odio de clase capitalista. Invente un amor que no existe. Abstracto, irreal, imposible por palpitación del amor, auténtico.


Aunque me generaba obsesión y los celos ficticios para demostrar voluntad de vivir. Y nunca dijeron en china, milimétricamente hablando, es una ensoñación. Permitirles a los rústicos ser tan  nobles.


No hay comentarios: