jueves, 29 de mayo de 2014

Opresión, Chantaje y Operatividad

Estaba triste por la opresión de los intrusos. Demasiado diría, para que mentirte. No tengo porque ocultar los sentimientos de tristeza generados por una sociedad harta de su propia rencor. 

Y estaba triste porque se supone debía ganar un interesante valor de economía en esta vida. Acaso el amor y el placer no deberían reunirse para descajetarse. Verdaderamente.


Pero existe la melancolía de la felicidad vivida y entonces el desconcierto. Es que siempre nos hablaban de Dios y no tenía importancia considerarlo de manera pasional, en el gesto, cuando articula virtuosismo y honestidad.


Pero lo plausible de la tristeza es que la direccionamos persuasivamente. Y no miento cuando la sistematización de clases opera en la angustia innata, que a manera de la intuición a priori, se codifica entre nosotros.


"Una mente vacía, puede cerciorarse de una mente vacía. Pero no tengo nada de gravitación entre esas formas".

Acaso una sabiduría en ruinas, y capaz, mesura y dignidad. 

Aunque entonces esto es cierto, un viento opresivo revolotea sobre la belleza del mundo. Y yo, deleitando al pensamiento cuando supongo me enamoro de alguna inteligencia. La más férrea inteligencia del mundo.


Cuando desplegamos virtudes para desanudar la más baja opresión que sentimos en mente. Cultura de la ignorancia y su perpetuidad.

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