Borraron el tema porque no les gustaba. Era obvio, ante tanta crítica que objetaba mi destino, era preferible callar.
Pero no. Humillaron la sapiencia de los cavernícolas y se entregaron al farrandeo.
Y esa es la historia de las verdades. Construidas aunque no se sepa de las coyunturas adversas y de la premonición de los sueños.
Pero ante la burla de la consideración, yo tenía las luces oscuras sobre mi cuerpo. Sobre la intención, sobre los ríos alborotados y los cauces de los desinteresados por la ética.
Y acaso nunca tenga tu amor, tu cordura. Porque desprecias la creencia en el goce y nada más. Ese es el mundo. Una consideración no fidedigna y alguna otra herida.
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