Y a la mañana siguiente, acontecía el simulacro de la perdición renacentista. Vástagos de la decencia incólume, se sometían a verificar la realeza de su sangre pesada y sonriente.
Un amor, negado por los sentimientos de inmadurez y torpeza, se esfuerza por destinarse a la contingencia de superar su templanza y desarmar su energía.
Al ras de los murciélagos, Krishna sacraliza a la geometría. Y piensa en la virtud falsa.
Falsa palabra y antiguo amor.
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