Pensar distinto no implicaría averiguar tus deseos más ocultos para saber apuntar, a tus zonas más débiles del desencantamiento. Eso es, lo que sistemáticamente hace el resto de los mortales para zanjar las distancias verticales y voltearte.
Pero consideraría de mí, otra posibilidad de ser. La astucia la dejaría para legitimar un amor verdadero. La elegancia para dedicarme a soterrar una vida preferentemente digna, proclive a instaurar verdades olvidadas y llenas de corolarios intempestivos.
Capaz me atraía los detalles de un cuerpo esbelto, pero denegado de lo sublime sin particularidades ficticias.
Y toda vez que querías mi decoro cómo carne para el destajo, te enardecías de pasión por hombres monitoreados de virtualidades truncas, flash y alarde de lo territorial vivido.
Acaso cardumen, sin principios de los océanos incongruentes. Te vi domar. Te vi reinar. Ala roja sin posibilidad de amar.
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