viernes, 31 de octubre de 2014

Delito De Nave

La sangre pulenta se hizo falaz, cuando el estanciero de la carne encontró otros motivos promisorios donde alegrar su corazón.

Muerto el espíritu, la confesión de los iracundos que circulan sin cosmos, brazea en éxtasis, con las ideas que confabulan amor y sustancia dionisíaca.

Tupidez conceptual que no se relata, entra en la esfera de reírse por temor a la instancia de un tiempo desequilibrante.

Dudas y tibieza de una libido avergonzada nada quitan, cuando de la sociedad escondida, aparece el resucitado.

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