Tanta mordacidad sostenida sin remordimiento, que escape del terreno, oculto de entre las sirenas.
Me enamoraba de sus palabras. Del gesto. De su instante de pasión perfecta y la apariencia de saberlo todo. Aunque desde siempre, con tantos caballos tranquilizados de lo efímero, yo me río del simbolismo matemático.
Mudanza, ríos, y deseo de nobleza.
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