Aunque nunca me llene de amor, jamás volveré a resplandecer de misericordia ante tu mirada. Ni rencor ni obligación del alma.
Propia necesidad de los que inventan desplazamientos de amores para justificarse en pasados inoportunos y crueles. De haberme considerado en tiempo, haría real, la secuencia de ser inocuo ante los conformistas del humo.
Pero plebeyo era y no me importaba. Alarde de los que cantan al unísono.
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