sábado, 13 de diciembre de 2014

Vampire de la tristeza

Sofía me dijo que era obvio que el presidente la quería. Estaba tan antojado de enamorarla que se murió. Nunca más lo vio. Su dinero y su congoja quedaron para otro mundo.

Al paso inevitable de los años, ella soñaba e imaginaba un don de su inteligencia para volver a unirse.

A él, y a los motivos que la enamoraron. Era el azar de los pueblos que la dejaban lejos de interpretar su mirada carnal y mujeriega de los instintos.

Huyó. Huyó de la barricada para dedicarse a la paz. Sofía lo deseaba pero dejaba de existir cuando lo pensaba.


Lo merecía. Nunca más lo vio. Se secundo al padre y ahí se desplegó. Pensando que Dios existe y la va a inmortalizar.

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