No apareció más y nunca se entristeció, por hacerle creer al resto que era auténtico y no poder verificarlo. Por afuera, innatamente tenía mujercitas del que dirán. Terco y fidedigno de los que lo quieren bien y sin mentiras.
Pero no hay traiciones básicas como para empezar a domesticarse. El mundo de la carne escondido ya en los juncos. Apariencia testaruda y sin criterio para enamorarse. Alas rojas de los deseos veraniegos.
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