Yo ya te lo había dicho. Me ofendiste porque dijiste cosas que difamaron mi nombre y mi honor. Y eso no es cuestión de psicoanalizarme, levantar la frente y olvidar de los atropellos indignos que cometiste.
Y que incluso, oportunamente el resto de tus ambientes comprenden e interpretan a tu gusto.
Fácil entonces generarme ira y desasosiego. Aunque al tiempo de la experiencia, se me enseño a no echarle culpas a los que continuamente complotan contra la paz y dignidad social.
Nadie me prefiere y acaso este obligado a continuar soportando dicha difamación que versa sobre mi persona y sobre mi genio.
Estrategia propia de los talentos de los otros. Pero no digo aún la verdad.
Tópico de los felices y corpus de sus sistemas.
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