El vago era tramposo y no había manera de cambiarlo. Tramposo y juntaba aval para persuadir al resto de que era justo tomar tamaña actitud. No podía hacer nada. Le cabía la mentira y adular las informaciones correctas. Desde qué creyó que tenía el poder del mundo paralelo, usufructuaba el amor y no le importaba el cielo por venir.
Eso era desigualmente estar a la intemperie. Y a él, a veces sólo le interesaba el sexo. Sexo porque la estética se lo imponía. Yo no.
Pensaba en dios y esas cosas tontas. Pero para colmo, nunca me voy a olvidar de la trampa que les hacía al gobierno. El vago contento y reía de los ricos cuando mezquinaba del saber hacer trampa y que le marcaran la cancha.
Y yo ya tenía que creerle, era terrible la situación de los boquiabiertos. Tramposo. Me dejo la moneda china y se fue.
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