martes, 9 de junio de 2015

80

Era cierto que estabas consolidando tus ideas de amor cuando los papás de tu novia, ya no te querían más. No sé, era injusto que no reconocieras a quién te había llevado al poder. Peleaste, lo sé, peleaste por cada uno de tus derechos no reconocidos y que te hacían silencioso.

Droga privada. No tenía porque decirlo. Pero era suerte del destino que estuvieras vivo para demandar cada una de las atrocidades realizadas y olvidadas por los bohemios de la inconclusión. 

Yo tenía 28 años y era casi lacaniano en la manera de observar el mundo. No me importaba más que la felicidad de mi propio cuerpo.

Y así eran todos. Trotar el mundo y considerar que Dios era la anti-patria. La anti-consideración.

Aún así, faltaba poco para superar el siglo de la industria. 

Yo te quería me decía la nena. Un poco mentirosa pero quería sincerarse. Al término de su fragilidad con su médico de la mente, pudo superar sus contradicciones.


Yo la leía con mi mente docta y superficial. Estaba preparado para la guerra de los políticos y ella no. Murió. Murió y se re-significó en los ángeles.

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