Medio triste y caliente era el eros que perdía ante mí amada. Cómo era distante y falto de sentido, no podía convencerla de que podíamos amarnos igual, aunque ella no sepa de la misericordia y que la economía me denostaba.
¿Pero por qué había, esos otros sentimientos bellos, la frialdad de la química, y la murmuración de la carne?. No lo interpretaba. Eran solo el chasquido que esclavizaba a su alma.
Alguna nota y sus espléndidos.
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