domingo, 5 de julio de 2015

El Epistémico y sus contradicciones

Estaba desarticulado el mensaje encriptado e incluso, aggiornado para los comensales del desaire. Habían propuesto una salida sin buitres en el sentido de que no podían reflexionar especulando una y otra vez por los atributos arribistas del poder.

Querían amor. Verdadero amor. No crudeza ontológica de un lenguaje, que sólo trataba de vanagloriarse de un saber territorial y fidedigno.


Y al grupo de los epistémicos sin statu quo, decirles que era necesario reforzar y replantearse los conceptos básicos de sustento y demostración afectiva del conocimiento, no los convencía.


Milagros era una chica bien pero no creía que Dios se inmortalizase en su hijo por nacer. No era por no creer en la resurrección de la carne y los atributos del espíritu, pero tampoco para dilucidarse en tales ideas. 


No habría afinidad del amor. Dicen que ellos lloraban por pleitesía de ideologías asimilativas de otro saber, y las contradicciones estructurales de clase ni las fijaban. Por eso, no entendían la idea de la tranquilidad desiderativa. Y decir,  yo fui altivo porque me lo imponían, era lo más conveniente.


Summum, sin explicaciones.





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