2 de la tarde. El presidente salió a lo usual de sus actividades. No le preguntes por la información en formato televisivo porque no le interesa.
Desdijo de sus críticas a sus clásicos contrincantes. Tomaba sopa y no renegaba de su idiosincrasia altiva y alquimista.
En varios considerandos, surgieron dudas y certezas a propósito de la credibilidad en las instancias finales de entregar el amor a una voz sincera.
No pudo motivar en la forma correcta y demostrar la idea fáctica de sus bueyes. Es decir, no maneja la culpa en el sentido metafísico que Dios podría interpretar. Plantaron prueba.
Casi era lo lógico.
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