Después me retan. Duele el alma tener que obviar las verdades cuando te dijeron mil veces que no era el amor preferido de las niñas bien. Sólo una calentura privada y emocional. Acaso, yo me quedaba quieto al ras de los informantes desilusionados. Pobre corazón. Decía que comprendía a las ciencias superiores y solo las tergiversaba.
Estudiaba en el convento de los ilustrados. De la risa fúnebre ni le hables.
No hay comentarios:
Publicar un comentario