viernes, 7 de agosto de 2015

Que Pase Un Juez

Lo que no sabe Dios nunca te lo voy a decir. No puedo. Miseria, injusticia. Situaciones donde todos dicen saber el modo correcto de resolver de fondo pero ni siquiera saben reflexionar en voz calma. Yo les decía a esos juristas potables, que esgrimieran la realidad verídica para que Dios pudiera enaltecernos a futuro. ¿No podían, no sabían?.

Ahora les murmuraban que el capitalismo y la cultura los determinaban y a ciencia cierta, las motivaciones de sus sentencias no hacían lugar a cuestiones promisorias de moral y versos que dilucidaban, pasajes bíblicos en cuanto de la inoperancia renacentista.


Pero había que verlo. Un ser normal con todos sus defectos que enarbolaba las contradicciones de su templanza.


Quererlo a Dios, por necesidad de creencia, no formaba parte de sus convicciones. El estrado le negó la potencialidad de acercarse a la verdad sin confidencialidad.


Yo no les iba a mitigar entonces, a esos ilusos, que negaran el argumento fáctico de la realidad nuclear del universo.


Era posible, el hijo de Dios, vuelto a la tierra.




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