Ya era tarde para deliberar lo correcto de la psiquis. Por el momento Strawson se seco en la hidalguía de sus vértebras. Ni un indicio de desaparición forzada y ellos investigaban porque Dios se había frecuentado con jovencitas vírgenes muy deshabitadas del sueño.
No usaban la analítica ni tampoco la intuición superlativa del a priori para ponderar errores previstos por la máquina.
Para entonces el mal de la carne ya estaba hecho.
Strawson grandilocuente soportó el embate.
No hay comentarios:
Publicar un comentario