sábado, 19 de septiembre de 2015

Not Have A Pot To Piss

No tenía ni donde caerse muerto y se hacía el pizpireta. Cuestionaba cualquier cosa que oliera a idea desconocida o qué, no fuera de su posible comprensión. 

Además tenía grandes desconfianzas a que lo espiaran. Espiar pero no en el sentido de infiltrarlo y considerarle los modos intersticios de navegar en contraposición al verbo del deleite. Sus estructuras ontológicas no eran potables entonces de soportar semejante argumento. 


Tuvo una crianza llena de complejos y virtudes. Su familia no podría enfrentar semejante calamidad ante las adversidades venideras. Temía por Dios. Temía profundamente ser descubierto por sus conceptualizaciones y prácticas erradas.


(El presidente estaba totalmente encriptado). Tenía yugo materialista de los déspotas. Aunque era confiable. Confiable y perseverante. El voyeurismo de los intervienientes era lo más explícito a lo que intentaban con religiones ocultas.


Nunca debía olvidarse de los ninguneados. Ni de los ricos ni de la clase pobre. Y nunca debía olvidarse de su detentada amnesia. Memoria gravitacional que escondía la grave pérdida de sus mañas. Ni un punto de amor por el diablo.



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