miércoles, 7 de octubre de 2015

Tablas, De La Alcantarilla

A la hora de reírse el insomne no tenía problema. Atormentaba su peso corporal y le esgrimía al gremio lo que sabía de los foráneos. Decían que se acercaba su muerte. Una muerte dulce y equilibrada. 

Yo no quise lastimarlo, ellos lo saben. Era el colmo, al concepto de Dios con mis fórmulas químicas y proclives a la desazón de la virgen. Quería amarlo. Era tal mi ignorancia que no me importaba saber menos que el resto y usufructuar su inocencia de aura no dicha.


Había que verlo. Débil en su frente.

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