La obra de gran envergadura no se logró cuantificar. No era lógico. Había decenas de justificaciones reclamando el acceso a esa información privilegiada.
Días pasados, hechos escabrosos marcaron el fin del sismo y la mentira nuclear. No importaba mucho entonces. Ningún ser con ideas de trogloditismo obtuso iba a dejar de existir porque se imponga la estrategia del ciberactivismo.
Venían y me adulaban con videntes de las más disciplinadas ciencias ocultas, descerebrando a cualquier deseo de manifiesta honestidad.
¿Qué morbo era hackear a un presidente inauténtico sí ni siquiera sabía de una voluntad empeñada en desestabilizarlo emocionalmente?.
Días atrás lo falseaban, se sabía ninguneado.
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