jueves, 17 de diciembre de 2015

Hombres Probos Desbarrancados

Yo solía distinguir entre lo que apetecía mi alma y lo que me sugería el bienestar de algún resto de la sociedad. 

Cosas bellas y de índole arbitrarias, eran lo común para los que confiaban en superar el arrepentimiento del ser.

Aunque era cabizbajo el pendejo que creía que Dios era un invento más, metafísico y funesto. Por ello, yo nunca quise parecerme a esos hombres probos y desbarrancados que juraban por la idea superlativa de justamente Dios, y luego se veían con el engaño.

El deseo de la probidad viciada de contenido no me servía.

Juraba y rejuraba que me había equivocado en enjuiciar cuando no era quién. Pero lo hacía. Hombres probos desbarrancados.

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