domingo, 25 de agosto de 2013

La Culpa, Del Impostor

La culpa impuesta a ciegas es la del dolor ajeno.
Y acaso Dios con sus deliberaciones, momentos de territorialización, jamás lo idearon así.

Pero es injusto pensar la culpa de manera abstracta. Soportando la mayor cantidad de generalizaciones posibles. Admitiendo el perogrullo y cosas de la infancia. Pero es la costumbre. Realmente es la costumbre. Es la idiotez de aplicar contradicciones y negarse. La culpa por el sistema mixto en cuanto astuto y condicionado.

Y no quiero seguir interiorizándome de tus amores. No quiero ni me sirve darte credibilidad con migajas de una confianza pérdida. Eso sólo logra realzar tus lamentaciones.

Y aunque admita que algunas explicaciones de parte de tu inconsciente, me ceben y me importen; no es, que demostrando culpas ajenas, iniciaremos el amor de la nada y saldaremos al horizonte. No me cuaja. Realmente no me cuaja. 

La mente te soborna con niveles altamente desquiciantes. Cúmulo de hastío. Del deseo. De la posesión. Amarte y temblar.

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