Dos tubérculos esparcidos en la ciénaga demostrando el afecto inalterable de la sabiduría conmigo. Y yo mudo. Diciéndole al infierno que me quite de la dilucidación al amor de mi vida.
No tenía porque verte, luego de lo tan errado que estuviste en apreciar los sinsabores de mí corazón y que hicieron que opinarás sin fundamento de la razón de mis acciones.
Había un par de funciones del sistema de acaparación de pájaros que no me ocasionaban ni placer ni dolor. Eso no estaba bien para chicas con cero apariencia de frivolidad permanente.
Yo sí. Yo sí lloré por resucitarte.
No hay comentarios:
Publicar un comentario