miércoles, 23 de enero de 2013

Norteamérica

Norteamérica vacía. Da el visto bueno y nosotros plegamos.
Norteamérica mundana y frívola. Esquizoide que sugiere al mundo.

Con la grandilocuencia de los manjares y dando la focalización acertada.


Cómo quisiera someterte a la idea del mundo, pero nos envidiarían tanto, que negarias predestinarte al futuro. Y reiteradamente te vuelves chúcara, cuando la idoneidad en el menoscabo seria la transferencia necesaria de los personalistas.


Norteamérica.

Sufrida y codiciosa del río. Espeluznante la nitidez de los miserables. Y a veces les vuelas el mundo.

Norteamérica, con esa necesariedad de nombrarte, de lograrte el derroche, el cazerío, los enfants racionales y la meticulosidad. 


Norteamérica. Rabona del mundo. Agente pasionaria del trueno. 

Los ricos se desorbitan, con la meta de alguna sobriedad, que no invita nada y lo subvierte.

Norteamérica, corazón al descubierto y rapiñero de los cielos.

De los sediciosos y alguna benevolencia.

Norteamérica vencida. Vencedora de los males y la Mismidad. Norteamérica.


Amabilísima territorialidad que gravita al sustento. Iconoclasta. Clasista y determinadora.


Y que esperaban de tí, cuando las certezas de estimularte sobrecargan metejonearte con mí mundo, donde algún mundo sería el mundo.


Y prepararte la Mente. Perfectamente la mente. Con algunos utensillos del miedo, que seria inocularte la falsedad, la erosión de liquidarlos y mentir. Mentir.


Norteamérica. Patraña del buen vivir. Y es que no hemos estado.

Norteamérica. Especificadora del sol. Y al repliegue, mordedura del americano.

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