sábado, 7 de septiembre de 2013

El Príncipe, con los amigos del diablo

Cuentan que surgió un malentendido. Y por lo visto, de difícil solución.

Fruncir el ceño frente a motivos adversos no implica catalogar el vuelo altivo de uno mismo. Implica razonar el perjuicio generado sobre las distintas generaciones que sin necesidad de ser, toman el mando y se liquidan.

Pero ahora se presume que focalizar, ahondar sobre las distintas versiones de un mismo paradigma, denota sin querer, posiciones no resolutivas de la historia.

Amarse con toda Propiedad. Amarse con total sinceridad de mundo no articula decir; La realización de un Bien, por encima de las jerarquías. Excepto en la etapa crucial del enamoramiento, donde el calor candente de las pasiones, llevan de por sí, la moldura inevitable del Amor.

Pero no el Amor del Príncipe con los sujetos del Diablo. Y entonces fruncir el ceño se contamina como la ficción a la realidad.

Y el malentendido tiene como base de argumentación, creer en lo propio como deseo irrealizable hacia la totalidad de un mundo entero.

¿Entonces qué? ¿ el diablo de la astucia contra el servil destino del amo?

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