El concepto de propiedad, y parte de las aristas que implica desenvolverlo en la práctica, se hace inmenso y abarca muchísimos sentimientos. Tanto de los más intuitivos, cómo aquéllos ocultos que imperan en cualquier pasión.
Y aunque nunca supuse de la avaricia, del egoísmo y las distintas ramificaciones que se observan con fuerza, en el tener y poseer; rechazarte, en cuanto los mundos por fuerzas poderosas se vuelven injuriosos y degradantes, naturalmente se torna insoslayable.
Pero tantas similitudes entre lo abstracto y lo hecho en el acto de la potencia, me despierta humano.
Acaso las distintas vías del aprendizaje denotan la confabulación por estos síntomas. Y no quiero objetar educaciones falsas o inauténticas, pensando que generan el despliegue legítimo para salvar al mundo. O acaso creer, la salvación del mundo.
Porque no alcanza nivel, ni grados de confrontación social, para advertir el derroche de dejadez y astucia para articular y desplegar el Mal.
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