viernes, 10 de enero de 2014

La Parodia de las princesas sin clase

Algunas consideraciones que no lograste conmigo, tampoco podrías por motivos análogos de la ignorancia de clase, obtener desmintiendo la química del amor y esas cosas que inventan los impostores.



Porque mentiste. Porque elaboraste el raciocinio de los bueyes que toman la palabra, pero olvidan de su significado. Indicando luchas de individuos que sólo afectan breves destinos de particulares.




Verdadera razón de intercambiar ponderaciones para hablar del amor. Sin Ardid. Especulando nombres verdaderos en el accionar teórico de algunas mujeres.




Pero incluso, eso podría lastimarte el corazón. La piel. La lujuria del amante disuelto. Y nunca, pensando anárquicamente, la posibilidad de compenetrarte para los que accionan abstracto. 



Pero es un futuro. Una idea reaccionaria que lo influye e inclusive cuando la desobediencia es legítima, terceriza las emociones. Admitiendo prescindir de la melancolía de los muertos.



Pero no puedo mentir. No puedo, porque es conveniencia sin práctica.


Y el amor no es robarte un beso y pensar de dios cualquier cosa. Suponiendo que sincronizó la mente y la ciencia me dice lo sincero al respecto.



No puedo negar que te quiero sin amor. Pero no puedo enamorarme por el hecho superfluo de lo lindo de enamorarse y luego nada.




Eso es, cuando elucubramos la tendencia y luego suponíamos un deseo. Pero el alma de los dioses esta en decadencia. Y corporizarte en sentido, no es asunto de sapiencia austera. Y algunos decían, princesa y permeabilidad.

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