sábado, 9 de agosto de 2014

Frambuesa que legitima la extradición

Era notoriamente cínico el modo en que mirabas mis dientes. Cómo si mi personalidad debiera derecho a no sé que, fuente de raciocinio o aura de inteligencia legitimante. O por no decir, espías sin conducción correcta.

Y lo que generaba el bocadito de amor que aprisionaba entre mis piernas, no era más que el invento de los dioses para perderme en la sociedad del consumo y el afloje.

Pero hubieras visto. La saña revolucionaria en contra del mundo. Deglutiendo lo necesario. La terquedad posible. Un único emblema que la sociedad no logra falsear del todo, el olvido de lo sucedido en tiempo límite.

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