martes, 13 de mayo de 2014

La Pulsión del Sado

EL aperitivo era encontrarse sin que nadie supiera. Pero no interesaba, demostrar afecto por cuestiones que nunca podrían resolverse aún en la desintegración de la cosmovisión de una pena. 

Una pena deliberativa, que tercamente suele tornarse en pulsión de clase, por puro goce de la lengua. Abarca algunas instancias que pueden excederse del marco emocional de nuestra infancia ( niño).


Incluso pueden implementarse en forma de antojo en los distintos consumos sociales y acrecentarnos pasiones advenedizas y sin contenido.


Y nada te decían del humo florecido y absorbido por la niebla. Donde vírgenes olvidadas por el comentario explicito de no tener gracia, morían impunemente a posteriori de nadar urticantes contraposiciones del alma.


Pero era mortal, el falo de la bestialidad humana. Acaso sea, morir pensando que somos dioses, de alguna inmortalidad etérea, y con la idea elevadísima de la plenitud por el fornique. Arrogando  y expulsando los mordiscones.

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