viernes, 2 de mayo de 2014

whisky de la conciencia

Yo quería una demostración de afecto. De preferencia sustentable en el amor. Pero tuve inquisiciones. Sostenidas y premoldeadas por la dominante. Algo que tuve que aprender para desarrollarme en el infierno.

Pero suena rarísimo. Si el mundo fuera otra circunstancia, otra coyuntura, no habría tal infierno. Sólo nos ofrecería dislates, cortes metafísicos de la plenitud y sentido auténtico de la vida. 

Y esto no es invento de la ficción o de la realidad derrochada. Apenas, gran parte de la cosmovisión de los presentes en esta tierra. Soberanos y decisivos del hecho crucial en las imperfecciones del amor.

Entonces, la resultante es que no me conmueve. No me conmueve porque no me genera expectativa del buen agrado.

Whisky de la conciencia no cae del todo amable. Se precipita al sueño. Dócil. Navega en la histeria de la similitud. Conmoverse no es creer que Dios existe y salvara al mundo porque es necesario y contingente. 

Verdaderamente no genera gracia. Ni tampoco pasión.
Acechanza de las ideas nobles. Artificio de los jugadores.



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