miércoles, 3 de septiembre de 2014

De cómo los animales fingen audacia

Ni te imaginarías de cómo los animales insurrectos se abalanzan sobre sus presas. Rotundo el goce de los investigadores seriales cuando también acechan a las postulaciones de la ciencia. Pero ni un cínico vetusto de la conformidad social, podría comprender la audacia de entre los animales y su medio compulsivo al instinto de desaprensión. 

Incluso, por motivos dispares, las semejanzas de sentidos adversos impiden que el reino de los cielos sea propio de ellos. Es que no inventa la inteligencia, amores falsos que permanecen por lo bajo hacia los otros.


Ni tampoco supone remordimiento en la transgresión equivocada, apenas el viento hace sentir el tedio de premoniciones escuetas y sin vislumbre.


Y acaso los animales no puedan destacarse propiamente, sin el amor de sus amos. Pero intuyan placer y articulen la necesidad de otros deseos bajo el brazo. Aunque nunca declamen la falta de mentes frías y pasionales.

Pero adrede, en el falso sentido, el letargo de la animalidad fluye por intento de la elucubración tomada.

No hay comentarios: