miércoles, 10 de septiembre de 2014

De la falsedad, por motivos en la erudición

Otra mente era la que por motivos extraterritoriales, se acomplejaba de no saber nada de un amor equilibrado. Y eso otra veces se denominaba, codicia de amarse, por cuestiones sin necesidad de fundamentación.

Pero no existen los lógicos que arbitren los motivos aparentes para no quebrarme emocionalmente. Acaso, no valdría la pena. Aunque desde el cambio de sedimentación, me ofende que me digas que tus pretensiones eran sinceras.


Sí no había correlato en la calentura que generamos, ¿Para qué encajetarse?, sí eso no tiene sensación de verdad, deberíamos jurarnos muerte, con tal de esgrimir lo real de un mundo distante del amor auténtico. 


Pero sólo son conformaciones de sueños subvertidos de una realidad temporal. Extrañezas, de educaciones con preconceptos lánguidos para martirizarnos en sociedades ya agotadas. Donde el rol de los contrarios es abastecernos de virtudes, no tan programadas por el frío de un espíritu anacrónico.


Nunca nos enamoraríamos de verdad. Nunca.


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