sábado, 17 de enero de 2015

Cuatro Marías Ciegas, Cielito de la Neurociencia

Cielito y neurociencia. Era todo lo que tenías que saber. Entre tanta costumbre metafísica, olvidabas que habías nacido para desterrar al planeta. Circunstanciales y causas. No lo sabemos. Efecto dominó y una altiva mina para creerme cándido y estudioso de las ciegas.

Mientras todos se dopaban con el rascacielo, yo, hiper tentado con tus piernas le escribía a Dios que deje de hacer justificaciones en el calibre del amor perdido. Y eso era bueno. Ciencia y plasticidad de la matemática.

Pero entonces una niña hermosa e introvertida, decía de los oranguntanes bajo el sol químico creado a usanza de lo artificial. Ni un dato mudo escondía la elucubración de esa bomba.

Atento y (a) parecer.


No hay comentarios: