Estaba acomodado. Necesario para enfrentar pequeñas vicisitudes del relato. Que al detalle de los hambrientos de poder, me refregaba que intentaran adular a los otros, con indicaciones tales de soberbia y petulancia final. Pero era cierto. Con tanta certeza, que Dios no ayudaba.
Miraba desde cualquier galaxia y recogía datos de los que querían resplandecer en el mundo por motivaciones del altruismo (resultado ecológico) superador.
Y nada nos alcanzaba entonces. Cuando los topos actuaban el mundo se venía abajo. Excepto, la re-consideración de su tajada correspondiente.
Echaban la culpa y varios crímenes perdían su conexidad de causa.
No importaba. El amor, casi lo embrollaba todo. Bajo la alquimia de su animalidad.
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