lunes, 9 de febrero de 2015

La Época más pendenciera de mí inteligencia

Ante tanto complejo de inferioridad, debía regresar en el tiempo. Y uno no sabe porque cierta inteligencia nuestra, observa el destino acaparándolo todo y restando amor verdadero. Aunque algunas veces, eso posibilite el diálogo.

Ser pendenciero se ha vuelto lo habitual en los márgenes de la hipocresía reinante. Tanta persuasión de los datos emocionales, hacen que Dios no me crea.

 Y cuando digo Dios, ríen por presumirme ignorante. Y yo lo vi. Nadaba como un pájaro sincronizado. Pequeña virtud de saberse existente sin más idea de que existe. Pero el pendejerio no lo entiende. 

Comprender, parece plantearse como una mera cuestión de estado. Lo que era entonces, idéntico al teorema de mefistófeles. Existe en la mente, artificial qué, con sapiencia articula los grados de involucración de la inteligencia para justificar y legitimar.

No sé, lo que sea. (a veces le llaman rencor de las injusticias).



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